Voy a explicarte el lío de la “diferenciación del self” y cómo nuestra familia de origen puede dejarnos la vida patas arriba. Esto viene de la teoría de Murray Bowen, pero tranquilo/a, te lo voy a contar de manera clara y sencilla. La diferenciación, en pocas palabras, es tu habilidad para ser tú mismo/a sin que las relaciones , contigo mismo/a y con los demás, te desborden.

¿Qué pasa cuando tu diferenciación no está bien trabajada?

  • Dependencia emocional: No logras gestionar tus propias emociones y, para colmo, las de los demás te desequilibran. Es como si cada pequeña interacción te hiciera tambalear, perdiendo tu capacidad de decisión y calma.
  • Fusión emocional: Pierdes tu identidad al estar muy cerca de otra persona. Te apegas tanto que tu sentido de quién eres se diluye, hasta el punto de vivir en función de la otra persona. En estos casos, es fácil convertirse en una sombra de familia, pareja o amigos.
  • Reactividad emocional desbordada: Tus emociones están a flor de piel, y cualquier comentario o gesto que no encaje contigo te hace saltar. Te cuesta mantener la calma y reaccionas impulsivamente, lo que a menudo complica las relaciones.
  • Conflicto entre independencia y conexión: Por un lado, necesitas espacio para no perderte a ti mismo/a, pero al mismo tiempo, buscas desesperadamente amor y validación. Este tira y afloja emocional puede generarte una sensación constante de insatisfacción y frustración.
  • Relaciones tensas y cargadas: Las críticas o el rechazo te golpean con demasiada fuerza. Te tomas cada desacuerdo como un ataque personal, lo que puede llevarte a dramatizar situaciones y a complicar aún más los vínculos con los demás.

En definitiva, la diferenciación del self es tu capacidad para mantenerte firme en quién eres, sin perder conexión con los demás, sin ser egoísta o controlador/a . Si está bien trabajada, las relaciones serán más sanas y equilibradas. Si no, te arriesgas a vivir atrapado/a en conflictos emocionales constantes.

Deja que Elisa te cuente su historia, arrojará luz en este tema:

1. Triángulos Familiares y la Diferenciación del Self

Hola soy Elisa, y si algo he aprendido con el tiempo, es que mi familia fue un laboratorio perfecto para entender los triángulos familiares que describe Bowen. ¿Sabes lo que es un triángulo? Según Bowen, es la unidad más básica del sistema emocional humano, formada por tres personas. Y, como te imaginarás, la clave está en cómo estas tres personas manejan sus emociones y ansiedades.

Ejemplo: Triángulo Familiar Funcional
De niña, recuerdo que mis padres, José y Marta, tenían una relación equilibrada. Mi madre podía expresar sus miedos y preocupaciones sin que eso se convirtiera en un drama, y mi padre la apoyaba sin invadirla ni minimizar lo que sentía.

En nuestra casa, aunque yo era su única hija en ese momento, no sentía que estuvieran «volcando» en mí sus tensiones. Más bien, se mantenían conectados entre ellos y conmigo, sin que yo tuviera que ser una especie de amortiguador emocional. Esto me permitió crecer sabiendo quién era, sin confundir mis emociones con las suyas.

Ejemplo: Triángulo Familiar Disfuncional
Pero hubo otra etapa en mi vida, cuando mis padres enfrentaron más tensiones, que me mostró el otro lado del triángulo. Mi madre empezó a sentirse sola porque mi padre se volcaba en el trabajo. En lugar de buscar resolver esto directamente con él, volcó toda su ansiedad en mí. De repente, yo sentía que tenía que ser «su apoyo emocional», mientras mi padre se distanciaba más.

Bowen explica que, cuando la ansiedad crece dentro de un triángulo, dos miembros se acercan y el tercero queda fuera o se siente «desplazado». En mi caso, yo fui absorbida emocionalmente por mi madre. Y aunque en ese momento parecía que estaba «ayudándola», en realidad esto dificultó mi capacidad para diferenciarme de ella. ¿Quién era yo, realmente? ¿Qué emociones eran mías y cuáles eran de mi madre?

Reflexión
La diferenciación del self, ese concepto que Bowen explica como la capacidad de mantenerte emocionalmente independiente sin romper la conexión con los demás, es la clave. En los triángulos, una diferenciación baja puede hacer que te sientas atrapado en la ansiedad de los demás.


2. El Sistema Emocional de la Familia Nuclear la Diferenciación del Self

Mi familia nuclear, como todas, no era perfecta. Y según Bowen, todo sistema familiar tiene patrones emocionales que pueden sostenerse… o explotar bajo presión. En mi caso, las tensiones familiares se manifestaron en diferentes momentos y de distintas formas.

Conflicto Marital
Recuerdo que, en un periodo complicado, mis padres comenzaron a proyectar sus ansiedades el uno en el otro. Mi madre criticaba constantemente a mi padre por no estar lo suficientemente presente, mientras él intentaba evitar el conflicto distanciándose. La tensión entre ellos era palpable, y, aunque intentaban ocultármelo, yo absorbía esa energía.

Deterioro en los Hijos
Este patrón familiar terminó afectándome directamente. Mis padres, sin darse cuenta, desviaron sus propias ansiedades hacia mí. Mi madre se volvió sobreprotectora, y mi padre, al estar más distante, no lograba equilibrar esa dinámica. Bowen describe cómo, en estos casos, los hijos pueden terminar idealizados o hipervigilados, y eso fue justo lo que me ocurrió.

Reflexión
El sistema emocional de la familia nuclear actúa como un espejo de la diferenciación de sus miembros. Si los padres no logran gestionar sus propias emociones, esas tensiones inevitablemente se transmiten a los hijos.


3. El Proceso de Proyección Familiar la Diferenciación del Self

Uno de los conceptos más reveladores de Bowen es cómo los padres proyectan sus propios conflictos emocionales en sus hijos. Este proceso tiene consecuencias profundas, y yo fui testigo (y protagonista) de ello.

Mi madre, Marta, tenía un miedo profundo a «fallar como madre». Este miedo no venía de la nada; lo heredó de su propia madre, quien siempre fue extremadamente crítica con ella. Como resultado, mi madre comenzó a obsesionarse conmigo. En lugar de permitirme ser una niña independiente, interpretaba cada cosa que hacía como un reflejo de sus propias inseguridades.

Por ejemplo, si yo sacaba malas notas, no era un problema mío, sino un recordatorio para ella de que estaba fallando. Si me enfadaba o no quería hablar, mi madre lo veía como una «señal» de que algo raro me pasaba, porque ella no estaba siendo lo suficientemente buena madre. Ese miedo le hacia criticar mi conducta (igual que su madre hacia con ella). Mi madre terminó creyendo que su falta de «habilidad materna» estaba ocasionado que yo tuviera un problema grave . Bowen describe esta fase como «tratamiento del hijo», donde los padres tratan al niño como si sus temores fueran reales, lo que, en mi caso, me hizo sentir que tenía que ser «perfecta» para aliviar la ansiedad de mi madre.

Reflexión
La proyección familiar no solo limita la diferenciación del hijo, sino que también perpetúa un ciclo de dependencia emocional. Yo crecí creyendo que mi valor dependía de cómo los demás (especialmente mi madre) me percibían.


4. Proceso de Transmisión Multigeneracional la Diferenciación del Self

Lo más fascinante de la teoría de Bowen es cómo las dinámicas familiares se transmiten de generación en generación. Mi madre repetía con nosotros lo que había aprendido de su madre.

Mi abuela, según lo que sé, tenía una diferenciación del self bajísima. Siempre dependió emocionalmente de sus hijos y proyectó en ellos sus propias frustraciones. Mi madre creció intentando ganarse su aprobación, pero esa dependencia emocional marcó su forma de criarme.

Bowen dice que, cuanto menor sea la diferenciación del self en una generación, más probable es que la siguiente también tenga dificultades para manejar sus emociones. Este patrón multigeneracional crea un efecto acumulativo que puede perpetuar dinámicas familiares disfuncionales si no se aborda conscientemente.

Reflexión
Romper con la transmisión multigeneracional no es fácil. Requiere tiempo, conciencia y, sobre todo, la capacidad de observar las dinámicas familiares desde fuera.


5. Corte Emocional y la Diferenciación del Self

Cuando cumplí los 18, pensé que la solución para manejar mis conflictos familiares era distanciarme. Según Bowen, este «corte emocional» es una forma común, aunque ineficaz, de manejar tensiones no resueltas. Me mudé a otra ciudad, hablé menos con mis padres y me enfoqué en mis estudios.

Pero lo que descubrí fue que los problemas no desaparecen con la distancia. Las dinámicas familiares seguían dentro de mí: las expectativas, la culpa, el miedo a fallar… Todo eso lo llevé a mis relaciones de pareja y amistades.

Reflexión
El corte emocional no resuelve los conflictos subyacentes; solo los desplaza. Para manejar estas tensiones, tuve que aprender a diferenciarme verdaderamente: observar mis emociones, establecer límites y mantener la conexión con mi familia sin perderme en sus dinámicas.


Reflexión final de “Elisa”.

La teoría de Bowen me ha enseñado que, aunque mi familia tuvo sus desafíos, también me dio la oportunidad de aprender sobre mí misma. La diferenciación del self no es un destino, sino un proceso. Y aunque no puedo cambiar lo que viví, sí puedo elegir cómo gestionarlo y qué legado quiero dejar en mis propias relaciones.

¿La clave? Reconocer los patrones, enfrentarlos y trabajar en mi diferenciación emocional. Porque al final, saber quién eres, sin depender en exceso ni rechazar a los demás, es lo que realmente te libera.

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